En la poesía, en el teatro, en la novela... la presencia del vino en la literatura ha sido una constante ya desde los primeros testimonios escritos en castellano. Haciendo un breve repaso por algunos de los autores más conocidos, encontramos abundantes ejemplos. Comenzando cronológicamente por Gonzalo de Berceo (s. XIII), en la archiconocida segunda estrofa de la Vida de Santo Domingo de Silos, reclama, como pago a su creación, un vaso de vino:
Quiero fer una prosa en román paladino,/ en qual suele el pueblo fablar con so vezino,/ ca non so tan letrado por fer otro latino,/ bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.(1)
Un siglo más tarde, el Arcipreste de Hita, en su Libro de Buen Amor, previene contra su uso abusivo, en el episodio titulado De como el amor castiga al arçipreste que aya en sí buenas costumbres e sobre todo que se guarde de bever mucho vino blanco e tinto, copla 548:
Es el vino muy bueno en su mesma natura:/ muchas bondades tiene, si se toma con mesura;/ al que demás lo beve, saca de cordura:/ toda maldat del mundo fase, e toda locura.(2)
Ya en el XVI, encontramos escenas tragicómicas, como la que relata Lazarillo de Tormes cuando se encontraba al servicio del ciego:
... Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino cuando comíamos, y yo, muy de presto, le asía y daba un par de besos callados y tornábale a su lugar. Mas turóme poco, que en los tragos conocía la falta, y por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí como yo con una paja larga de centeno, que para aquel menester tenía hecha, la cual metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches. Mas como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en adelante mudó propósito, y asentaba el jarro entre las piernas, y atapábale con la mano, y ansí bebía seguro.(3)
Es en el siglo XVII, cuando de la mano de Cervantes encontramos el episodio en el que Don Quijote se bate contra unos odres de vino:
... Y es lo bueno que no tenía los ojos abiertos, porque estaba durmiendo y soñando que estaba en batalla con el gigante; que fue tan intensa imaginación de la aventura que iba a fenecer, que le hizo soñar que ya había llegado al reino de Micomicón, y que ya estaba en pelea con su enemigo: y había dado tantas cuchilladas en los cueros, creyendo que las daba en el gigante, que todo el aposento estaba lleno de vino. Lo cual visto por el ventero, tomó tanto enojo, que arremetió con Don Quijote, y a puño cerrado le comenzó a dar tantos golpes, que si Cardenio y el cura no se le quitaran, él acabara la guerra del gigante [...] (4)
Es en la Ilustración cuando, en la poesía anacreóntica de Meléndez Valdés, leemos estos versos dedicados al carpe diem, donde el vino tiene un lugar preferente:
Para juegos y bailes/ y cantares y risas/ nos los dieron los cielos,/ las Gracias los destinan./ Ven ¡ay! ¿qué te detienes?/ Ven, ven, paloma mía,/ debajo de estas parras/ do lene el viento aspira,/ y entre brindis süaves/ y mimosas delicias/ de la niñez gocemos,/ pues vuela tan aprisa. (5)
Y de la etapa realista, nos puede servir de ejemplo el melancólico cuento de Clarín Adiós, Cordera, donde Antón lo emplea para olvidar:
El viernes, al oscurecer, fue la despedida. Vino un encargado del rematante de Castilla por la res. Pagó; bebieron un trago Antón y el comisionado, y se sacó a la quintana la Cordera. Antón había apurado la botella, estaba exaltado; el peso del dinero en el bolsillo le animaba también. Quería aturdirse. Hablaba mucho, alababa las excelencias de la vaca. [...] se la figuraba viva, trabajando, sirviendo a otro labrador, olvidada de él y de sus hijos, pero viva, feliz... [...] Antón, agotada de pronto la excitación del vino, cayó como en un marasmo; cruzó los brazos, y entró en el corral oscuro.(6)
Finalmente, y para concluir, llegamos al siglo XX, con Valle-Inclán y Luces de bohemia, donde, en su escena XII, y por el influjo del vino, Max Estrella crea el esperpento:
MAX.-Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.
DON LATINO.- ¡Estás completamente curda!
MAX.-Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.
DON LATINO.-¡Miau! ¡Te estás contagiando!
MAX.-España es una deformación grotesca de la civilización europea.
DON LATINO.-¡Pudiera! Yo me inhibo.
MAX.-Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.
DON LATINO.-Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.(7)
Referencias bibliográficas:
(1) Gonzalo de Berceo, Vida de Santo Domingo de Silos, libro electrónico (Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes), http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/vida-de-sancto-domingo-de-silos-vida-de-sancta-oria-virgen--0/html/
(2) Arcipreste de Hita, Libro de Buen Amor, edición de G.B. Gybbon-Monypenny, Madrid, Clásicos Castalia, 1990, p. 220.
(3) Anónimo, La vida de Lazarillo de Tormes, edición de Alberto Blecua, Madrid, Clásicos Castalia, 1989, pp. 99 y 100.
(4) Miguel de Cervantes, Don Quijote de La Mancha, Barcelona, Manuel Pareja ed., 1981, cap. XXXV (1.ª parte), p. 268.
(5) Juan Meléndez Valdés, Oda VI: A Dorila, estrofas 6-8, http://www.poesiacastellana.es/
(6) Leopoldo Alas, "Clarín", Adiós, "Cordera", edición de J.M. Martínez Cachero, Barcelona, Plaza & Janés, 1986, pp. 196 y 197.
(7) Ramón del Valle-Inclán, Luces de bohemia, edición de Alonso Zamora Vicente, Madrid, Espasa-Calpe, 1989, pp. 168 y 169.